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22 de julio de 2013

{Semana29/52}

Charo - Tierra de Campos

Admito que durante muchos años, tantos como los que viví en estas tierras, antes de emigrar a Madrid, no me gustaba nada el paisaje castellano. Lo encontraba monótono y aburrido; ni una montaña, ni un poquito de playa, ni unos bosques frondosos. No entendía cómo podía haber alguien a quien este "aburrimiento" le pudiera llegar si quiera a gustar.

Pasaron los años, y a medida que caían más años en mi conteo particular, cada vez le iba viendo la gracia al paisaje castellano; quizás también coincidió en el tiempo con mis cursos de fotografía, y de repente encontraba la inspiración en todos esos sitios que tantas veces había visto... pero nunca mirado... Ahora me encanta eso de que la vista se pierda en el horizonte, y el paisaje tan minimalista de Tierra de Campos.

Hoy hemos hecho una excursión para hacer la foto a los trigales antes de ser cosechados, con el fondo de los palomares, tan típicos de esta tierra, y ese inmenso cielo azul tan vacío. Una imagen del verano por estos lares, y que me gustaría que mis hijos recuerden cuando sean no tan niños.


Marta - Los  buenos padres
Los buenos padres son aquellos que han hecho guardia junto a la cama de sus hijos cuando éstos han estado enfermos. Los buenos padres son los que se levantan por la noche para darles agua a los niños, arroparlos, o sentarse a su lado hasta que se desvanece la pesadilla. Saben cómo se llaman los amigos de sus hijos, e, incluso sus padres y, más aún, los amigos saben cómo se llaman ellos. Conocen los gustos de sus hijos y saben comprar su postre favorito y prepararles el bocadillo que les gusta. Los buenos padres llevan en su agenda los horarios de colegio, natación, flamenco, y los pueden recoger sin necesidad de instrucciones especiales. Los buenos padres se pueden quedar a cargo de la familia tardes, noches, incluso fines de semana y cuando vuelves a casa te asombra la sensación de que todo ha funcionado como si estuvieras tú, y, en algunas cosas, incluso mejor. Los buenos padres tienen paciencia y saben esperar a que sus hijos hagan florecer lo que ellos siembran, y, cuando la planta crece, nunca reprochan si ha tardado lo que ha parecido una eternidad. Reconocen en el gesto de sus hijos si están tristes, cansados, decepcionados, y tienen un bálsamo para cada uno de estos sentimientos. Si eres un adolescente, te enseñan a tocar la guitarra, hablan contigo de chicas para que no te sientas tan perdido, comparten contigo peli y palomitas y sacan del trastero su colección de cómics para que tú los leas (después de intentos fracasados porque leyeras Sandokan, Los cinco y otros tantos libros con ese aire setentero que los hacía realmente poco apetecibles). Si eres una niñita chispeante y cantarina, juegan contigo a las palmas o a haceros cosquillas con una pluma, o a que tú eres la profesora y le pones exámenes que ellos intentan aprobar, fallando en algunas multiplicaciones para que tu labor correctora sea más gratificante para ti.
Si otras veces he hablado de él como compañero, hoy quería retratarlo como padre. Siempre que lo veo con ellos tengo la certeza de que no podría haber encontrado un padre mejor para mis hijos. Según crecen, encuentro en ellos tantas cosas de él –gestos, sentido del humor- que es como ver en vivo y en directo cómo se asientan en ellos las capas de su legado y los van construyendo como personas. Nunca me he sentido sola en mi labor de educar, amar, enseñar y corregir, por muy descomunal que me haya parecido a veces. Hoy mi homenaje es para el padre de mis hijos, por preparar cenas, insistir en que viéramos ”Aquellos maravillosos años”, no tener pereza ante ninguna de nuestras necesidades –las de mis hijos siempre tan urgentes-, caminar a nuestro lado siempre con paso firme y tranquilo mientras nosotros nos desmandamos muchas veces, y poner tanto de su parte para que el mundo de la puerta de nuestra casa para adentro sea un lugar apacible donde todos tenemos un sitio. El suyo es irreemplazable, ya sé que dicen que nadie es imprescindible, pero no es cierto: él si lo es. 


Silvia - Seguimos de vacaciones


Las vacaciones continúan, aunque por unas semanas se haya acabado la playita. Pero seguimos pasándonoslo muy bien. La piscina con las amigas, el campamento con las compañeras... Madrid también nos ofrece diversión. No es lo mismo, claro. Después de un largo viaje dijimos adiós a los castillos de arena, al mar, a las puestas de sol en la playa... Pero que nadie nos diga que en Madrid no hay tumbonas donde relajarse después de un largo baño en la piscina. Tumbonas, y también mucho calor.

Ene - A remojo


Las vacaciones son sinómino de calorcito, de cervecitas frescas, de tranquilidad, de no tener horarios, de risas... pero para nosotros también son sinónimo de convertirnos en familia numerosa... es en veranito, cuando empiezan las vacaciones del cole y vienen las primas a pasar el veranito con nosotros.... Izaro las espera con ilusión, y cada vez más... son primas pero también amigas, y aunque a veces tenemos que estar ahí para sofocar algún fuego que surge,  la verdad es que se lo pasan en grande.
Además, Izaro está aprendiendo castellano con ellas, jajaja!!!es gracioso escucharle hablar medio en euskera medio en castellano.... O meter artículos que no son como ayer en la playa: he visto UN concha!!! jajaja!!!!
Este verano quedará reflejado en unas cuantas fotos y en la mayoría, Maialen y Ione estarán ahí.... formando parte del recuerdo de los veranos de Izaro y Garazi.

Cachi - Vuelo rasante


Una de las fotos que llevo años queriendo hacer ( y que todavía no he conseguido), es la de pillar a las golondrinas en pleno vuelo rasante sobre el agua tranquila de la piscina. No hay cosa que me fascine tanto como estos pajaritos rápidos y  ágiles. Puedo estar horas solo observandolas volar. Todos los días, cuando estamos a punto de irnos a casa y ya no queda ni el socorrista, vienen en bandada y bailan sobre ella, cogiendo agua, mojando sus barrigas, pasando una y otra vez apenas rozando la superficie, y siempre a la misma hora. Y así me quedo verano tras verano, mirándolas y no pudiendo inmortalizar el maravilloso momento en que deciden refrescarse tranquilamente.

Pero esta vez no lo dejo pasar. Este ha sido mi primer intento, aprovechando de paso que llovía. Y ya que tampoco he conseguido mi segundo reto que es fotografiar una tormenta con rayos, empiezo por mis golondrinas queridas que tampoco se dejan inmortalizar facilmente....(las puñeteras). Aún me queda mes y medio antes de que se marchen para acudir cada día, a la misma hora, a verlas volar sobre el agua.




1 comentario:

  1. He leído todas las entradas de vuestro blog de una sola sentada y me ha encantado. Me he estremecido con vuestras reflexiones y vuestra manera de contarlas y me he sentido identificada continuamente.
    ¡Qué bonito proyecto!

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