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11 de febrero de 2013

{Semana 6/52}

Charo - El Bosque Encantado

Si, esta semana hemos vivido nuestra propia representación en casa del bosque encantado. Un bosque con un sólo duende, una mini-hada con chupete y una ratita... ¿presumida?... quiero decir ¡fotógrafa!. Ramón celebró en el colegio los carnavales, y para allá que se fue con el regalo de los Reyes Magos: su disfraz de gnomo, duende... e incluso ¡elfo!, como le han dicho por la calle. Ha disfrutado de lo lindo, y eso que amaneció sin querer ponerse el disfraz, en una lucha de tú a tú con Papá a la hora de vestir... y a la hora de dormir porque... ¡porque ahora NO quería quitarse su gorro!

Gadea y Mamá, tan sólo le hemos hecho compañía en su bosque encantado particular.



Ene - El Pingüino Enfadado


A Izaro le encanta estar con sus amigos, jugar, bailar, cantar.... pero hoy ha sido demasiado para ella... pobrecilla. Hemos ido a una fiesta con sus amiguitos para celebrar el carnaval pero ha habido momentos (como el de la foto) que el pingüino necesitaba estar un ratito solo aunque los amiguitos le miraban para que volviese con ellos....Es como yo, nos encanta estar rodeados de gente pero también necesitamos nuestro "txoko" de intimidad.... así lo refleja esta imagen.



Marta -  Mi vida sin mi padre


Ir a casa de mi padre, y que no esté él, y saber que ya nunca va a estar, no deja de resultarme duro. Ha pasado un año desde que mi padre no está, y ver abrirse las puertas, recorrer el camino que lleva a su casa, y tener la certeza de que no voy a abrir la puerta y decir “papá”, y él aparecerá, deja, poco a poco, de ser el zarpazo que era, pero sigue doliendo. Voy siempre con mi hermano, que ha cogido el testigo de mantener en orden una casa tan grande, sabe cuándo hay que podar, qué ramas estorban, que reparaciones piden nuestra mano. La muerte de mi padre nos ha dejado muchas cosas al descubierto. A mí me ha enseñado que no deben dejarse nunca besos sin dar, porque mañana esos besos dolerán; que mi hermano es un hombre templado, que se parece tanto a mi padre, en cuyas manos muchas cosas están seguras; que mi hermana, que vive lejos, me hace tanta, tanta, falta; que un día mi madre no estará, como ahora no está él, y a disfrutar de ella y dejar atrás lo que quedaba de infancia que me hacía discutir por naderías; que mi familia es una unidad donde cada uno tiene su sitio y los vacíos no se reemplazan. Si pienso, la muerte de mi padre me ha dejado el dolor tremendo de su ausencia, y haber tenido que vivir esa tristeza honda y tan apabullante que no había sentido hasta que se fue, pero me ha hecho mejor persona, me ha enriquecido, me ha abierto los ojos a muchas cosas que antes no veía. Sigo aprendiendo, y siento la pena de no haber podido aprender alguna de estas cosas antes de que él se marchara. Hoy mi homenaje es para él.



Silvia- Carnaval, carnaval.

A ver, en mi casa nunca hemos sido mucho de celebrar las cosas. Bueno, los cumples, eso si. Pero desde que empezó el año, mamá parece haberse vuelto loca. Por lo que me ha contado papá ha empezado un no se que de fotos con otras mamás que deben estar tan locas como ella. Así que esta semana tocaba carnaval y se fue a comprarme una máscara. Claro, que fue mejor que su primera idea, que pensó ir con la cámara a ponerme la vacuna porque según decía era lo mas importante que nos iba a pasar esta semana. Menos mal que papá le quitó la idea de la cabeza. Pues no, no me pongo la máscara, que se está poniendo muy pesada y yo estoy muy ocupada dando de comer a mis bebés. Además como yo me ponga a hacer un 365 con mis amigos de la guarde, se va a enterar.   



Cachi - ¡Soy tiste!


No sé qué ha pasado esta semana, pero he oído más lloros que nunca. Mi chiquitín ha aprendido a pinchar directamente en la paciencia de mamá, y lo pide todo con lagrimillas, que no de cocodrilo porque llora de verdad, a moco tendido, con unos pulmones dignos de Pavarotti. Hubo un momento en que en mitad de la congoja y sin parar su disgusto, miraba cómo su madre, ajena a su desgracia, se dedicaba a fotografiarle en lugar  de abrazarle como siempre susurrando "ssshhhhh, no pasa nada, cariño".

Que ganas tengo de que se acabe el invierno y poder salir a la calle a que se desfoguen todo lo que quieran.

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